Quien piense que dedicar unas palabras a alguien es un marrón, puede que esté en lo cierto. Pero si se trata de hacerlo con el Moreno....
El caso es que a estas horas de la mañana (6.03 a.m. de reloj) lo que toca es felicitarle, darle la placa y hacerse la foto. Nada. Comunica. Missing. Debe, o estar ya en la cola para ver "Parásitos" (en versión original, claro), o poniendo a todas sus camisetas la "L", o paladeando tranquilamente su Cruzcampo del tiempo.
También puede ser que alguien que no conozca a nuestro homenajeado llegue a pensar que es invisible... y con toda la razón del mundo.
Viene a la memoria un cuento corto, sin incompensible premio, que dice así: "Hoy se me ha acercado nada más llegar. Ha reído con mis ocurrencias. Incluso me ha sonreído en un par de ocasiones, después, al pasar cerca de mí. Pensaba que esta vez sería diferente pero aquí estoy, invisible nuevamente. Mis señales son evidentes pero, ahora, parece escabullirse cuando nuestras miradas están a punto de cruzarse. Podría alzar la voz, llamarla, acercarme, pero no conozco su nombre y los metros que nos separan me parecen insalvables. Estoy cansado, frustrado. Creo que intentaré una última vez que me traiga la cuenta y, si sigue ignorándome, me voy sin pagar."
El que escribió esto ni es anónimo ni es veneciano. Y el que escribe esto puede que juegue con fuego con los derechos de su autor, que hubiera o hubiese negado su publicación, por aquello de devolverle la moneda con doble cara o cruz...
La gracia está en que el personal no lo entiende. Solo el Rey y el servidor.
Esperamos la segunda parte.
¡¡¡FELICIDADES, VICENTE!!!
Salut i Squash.
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