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Querida Milagros,

Perdóname por llevar tantos días sin escribirte, pero es que entramos en batalla el lunes y apenas encontré un momento para que pudieras saber de mí. Además, todo lo que te pueda contar sobre lo que aquí está pasando está lejos de ser tranquilizador. Todo el mundo se ha vuelto loco, no lo creerías. 

A principio de semana empezó una revuelta y los aliados de la coalición empezaron a dividirse. Lo que empezó como una discusión de cantina ha acabado en un levantamiento en el que cada tropa lucha contra las otras 7 de la forma más cruel y sangrienta. No imaginas lo despiadado que se puede llegar a ser contra los que hasta ayer eran tus amigos.

Apenas quedamos unos pocos supervivientes. Algunos han caído luchando contra rivales o contra altos organismos de aquí y de allá que pulsan botones desde confortables despachos para mandar misiles, normalmente contra los del Atleti por ser minoría y víctima habitual (o eso dicen ellos). Otros, los más cobardes, han desertado dejando a su pelotón en cuadro sin opciones para defenderse. Hay quien dice que a estos últimos se les hará un consejo de guerra cuando todo esto acabe, pero no sé si creerlo. Con algunos de los compañeros, para pasar el rato, apuesto y hago porras para adivinar quiénes serán los que se rajen y no acudan a la próxima refriega. No es tan difícil acertar, pues casi siempre son los mismos y cuando son nuevos se les ve en la cara que no están hechos de la misma pasta. Uno de esos pedía ayer que no le disparásemos al cuerpo (o a la rodilla, no recuerdo) porque estaba herido y le podíamos hacer daño. Fíjate, mi amor, que hay incluso quien se hace sus necesidades encima de puro miedo. Es muy lamentable.

Hay otros, sin embargo, que han nacido para la guerra. Se les ve en la cara que están locos porque empiecen los disparos y no pueden esperar. Llegan los primeros y se van los últimos, corren sin descanso y serían capaces de batirse contra varios a la vez con tal de ayudar a un camarada. Tenemos uno de Teruel que es así. Estoy contento por él, se lo está pasando como nadie. 

Hay otros más veteranos con muchas guerras a sus espaldas que, mientras esto no se solucione y con el ánimo de ayudar, han cambiado el fusil de asalto por armas más cortas. Dicen no acoplarse y pudiera parecer que reniegan, pero yo les he visto disfrutar. Quizá sea solo que les va la marcha, quién sabe. 

Son en ambos casos inspiradores y te ayudan a mantener el ánimo, algo vital en una semana como esta en la que cada día hay una batalla. Unos pelean por la gloria, otros simplemente por mantener su honor.

Nosotros, el escuadrón 2 Ladies para 7 Fulanos, peleábamos ayer por ser los mejores. Nos vimos las caras con Al Nick, una gente que parecía tener muy malas pulgas pero que el fondo son majos. Fue durísimo, mi vida. Uno a uno peleaban y la igualdad era total. Las chicas cayeron dejándose la piel contra Planells y Ferran. Son increíbles las dos. Una me hace ojitos, aunque no debes preocuparte porque sabes que yo te seré siempre fiel. Los chicos iban saliendo airosos cómo podían: Alfonso y Ferra cayeron con el arma corta contra Dani y  Sara, que fueron mejores aunque estuvieron a punto de dar la campanada. Javi y Bolos (el de Teruel) reventaron a Harlem y Óscar "stroke lejano" Arques, como suelen hacer. Quedaban Guille y el torero, que tenían que ganar para sobrevivir. No pudo ser, Jato cayó con Morella y caímos todos con él. Se enfadó un poco con un mando oponente, creo que llegaron a decirse que eran trapecistas o domadores, no recuerdo bien, pero era algo relacionado con el circo. Lo importante es que ya están bien y listos para lo que venga. La espía infiltrada, Linda, hizo su papel y consiguió diezmar a mi rival con brebajes al más puro estilo Mata Hari para poder llevarme el rifirrafe. Pero ya no serviría de nada.En el campo de al lado se jugaban una mención honorífica. Apenas sé nada de lo que allí sucedió, pero debió ser una masacre de los No Me Des la Chapa, pues entre las balas se veía huir desencajado al capitán Moreno en dirección a la cantina. Ya sabes, querida mía, que el alcohol es lo único que puede hacer olvidar esos sonidos de chapa que se meten en la cabeza y que te persiguen de por vida. Ahora debo descansar un poco para la batalla final, la que pondrá a cada uno de nosotros en su sitio. Solo espero que esto se arregle, vuelva La Paz y seamos todos amigos de nuevo.

Siempre tuyo.

Capitán Colado