Que una prueba del circuito europeo de veteranos solo tenga sesenta inscritos no es normal. Quizás lo apretado del calendario, que el aeropuerto de Bruselas está alejado, o que después del mundial y del superseries de Hamburgo la gente está saturada. El caso es que nos acercamos cuatro...
Hubo quien vendió su raqueta de squash y fue. Alguno pensará que la cambió por un vaso de algo pero se equivoca. Lo que sí es cierto es que los tres contando de izquierda a derecha tuvieron rivales de primera fila y al menos salvaron el honor o con alguna partida ganada o escuchando historietas de trece horas de sueño y pellizas de a 500 euros. El cuarto tuvo el santo de cara en forma de lesión del indiscutible número uno (bolazo al ojo, ¡Ojo!) y se plantó en la final, por primera y última vez.
No es que hayan reformado el que conocéis//conocemos. Menudas instalaciones enfocadas única y exclusivamente al deporte. Un par de boleras con trece calles (¿Se dirá así?) cada una. Más de diez billares americanos. Una sala de escalada donde los chavales trepaban hasta los siete metros. Máquinas y aparatos modernos de gimnasia. Vestuarios amplios y seis pistas de squash.
Sin comentarios.
Por lo que se refiere a la ciudad de Hasselt decir que es tranquila. No en vano, el Centro (que no histórico) está cerrado a los automóviles y destinado a tiendas de lujo y superlujo donde las que saben comprar hacen su agosto y hasta su noviembre. Mucha bicicleta, pocos pisos, empedrado, lluvia, frío, cielo siempre encapotado...
Siempre hay una última vez. Excepto la que se hizo en Valencia, nunca se ha hecho una foto familiar de una prueba de este circuito europeo de veteranos. Aquí unos cuántos.
La próxima parada en Rotterdam. El Tigre ya tiene el billete.
Salut i Squash.
Report
My comments